En estos momentos todos hablamos de reconciliación nacional, esto como una manera de prepararnos para una etapa de posconflicto. Sin embargo es claro, que esto no se puede limitar únicamente a un posible perdón que el pueblo colombiano le otorgue a las Farc por los actos de barbarie cometidos mientras se mantuvo la confrontación armada a lo largo ancho y el territorio con este grupo armado.
En Colombia no han sido únicamente las Farc quienes han causado daño, eso es más que conocido, lo que ocurre es que por haber sido durante mucho tiempo un enemigo público, se les culpa de todo lo malo que ha ocurrido en nuestro país, cuando muchas veces quienes han estado detrás de los hechos son personas que se han arropado bajo el vestido de la legalidad, desde donde han sido protagonistas de hechos de corrupción y clientelismo.
Indudablemente es un gran esfuerzo llegar a la etapa de cese bilateral del fuego como elemento clave para el empuje definitivo que requiere la firma del tratado de paz con las Farc . Estamos atravesando el umbral de una nueva época para nuestro país y los Colombianos de a pie que hemos sido las víctimas, en un largo proceso que si bien las Farc no ha sido la única organización alzada en armas, si constituye su desmovilización un elemento fundamental en la civilización de la lucha política dado que como creemos, la paz pura y simple que clama Colombia no solucionará por sí misma la terrible desigualdad social, las abrumadoras condiciones del desempleo y del empleo informal y tercerizado , ni la escalada bacrimosa que se toma ciudades y pequeñas poblaciones, ni mucho menos la arremetida de las multinacionales que esquilman nuestra economía, pero en mucho contribuirá este proceso pacificador a fortalecer las organizaciones sociales y políticas para que organizada y de manera civilista reclamemos la mejora en las condiciones de vida de las masas laboriosas.
A medida que se acerca la firma de los acuerdos entre el gobierno y la guerrilla que podrían significar el fin del conflicto armado en Colombia arrecian las voces de quienes se oponen a la paz, unas veces mediante la convocatoria a marchas como la convocada por el senador Álvaro Uribe el pasado 2 de abril y otras a través de la abierta invitación a obstaculizar la restitución de las tierras a los campesinos desalojados y desplazados como lo han hecho el presidente de Fedegán José Félix Lafaurie y el procurador Alejandro Ordoñez, sin dejar de mencionar la extraña coincidencia del paro armado ordenado por el Clan Usuga y que tuvo como epicentro el eje Córdoba-Antioquia-Chocó. Unas y otras, son expresiones de una calculada estrategia para ponerle palos en la rueda al proceso de paz.
El sistema educativo parece tener un fallo que pocos están dispuestos a asumir. Si a eso se suma que los maestros han sido llamados a ser los depositarios de eso que se ha dado en llamar la “pedagogía para la paz”, el cuadro no parece alentador. Los factores de riesgo psíquico asociados al trabajo docente son muchos.
Por Olga Behar: Periodista, politóloga y escritora colombiana. Ha trabajado en medios impresos, radio y televisión. En los últimos veinte años ha sido corresponsal extranjera para la cadena Univisión y la organización europea VJ Movement.
Intervención de Yezid García, estableciendo la posición sobre la Paz y sobre el Paro Nacional, en nombre del PTC y del Sindicalismo Democrático, en la Junta nacional de la CUT.
Después de 22 años de la masacre en el barrio La Chinita.
En Montevideo, Gerardo Iglesias. Tomado de rel-uita.org
La memoria es el tribunal más confiable de los pueblos. No olvidar es su única garantía de justicia. Mantener viva la verdad es darle respiración a la dignidad.
Esta impresionante imagen fue captada en la noche del miércoles 6 de noviembre, durante el primer incendio del palacio. El fotógrafo de EL TIEMPO la tomó desde el frente sur de la Casa del Florero.
El 6 de noviembre de 1985, mientras el país enfrentaba los embates del narcoterrorismo, la otra guerra, la del Estado contra las guerrillas, se instaló por dos días en plena plaza de Bolívar, en el corazón del poder en Colombia.
“Si llegan aquí, los vamos a declarar objetivo militar”, dice el comandante de una de las bandas criminales de Medellín. Está encapuchado, tiene gafas negras, guantes y uniforme militar. No se despega de su fusil ni de su pistola. Tampoco de los siete guardespaldas que lo cuidan con armas tan sofisticadas como las de cualquier ejército legal.
Por Yezid García Abello, Concejal de Bogotá por Alianza Verde. Partido del Trabajo de Colombia - PTC
El acuerdo sobre justicia transicional y restaurativa que presentaron los negociadores del gobierno y la guerrilla de las FARC en La Habana el pasado 23 de septiembre, es un paso de gran importancia hacia la terminación del conflicto armado en Colombia.
El acuerdo incluye la limpieza y descontaminación de territorios en los que hay presencia de "minas antipersona, artefactos explosivos improvisados, municiones sin explotar y restos explosivos de guerra".