Los jóvenes opinan sobre el salario mínimo

Por Cristhian Herrera

Se acerca el fin de año y con ello empiezan a sonar las innumerables “negociaciones” por el ajuste al salario para la clase trabajadora (55% de los Colombianos) tema que debería ser de suma importancia, pero cada vez pierde más credibilidad. El país ya está acostumbrado a que el crecimiento económico y el desarrollo son solo para los empresarios y no para el sector menos favorecido, aquellos que hacen grandes las empresas.

De acuerdo con la OIT (organización internacional de trabajo) el salario mensual del mundo es de 1.480 dólares, lo que equivale a $2´654.000 pesos, en la actualidad el salario de los colombianos es la suma irrisoria de $616.000 mil pesos, lo equivalente a unos 308 dólares. Con lo que una familia promedio debe cubrir todos los gastos correspondientes del hogar (arrendo, servicios, alimentación, transporte, colegios, y entre otras muchas cosas). Salario que nos hace ocupar un penoso lugar entre los 20 peores salarios del ranking de la OIT en un estudio realizado a 72 países.

El mercado laboral Colombiano es imperfecto y ventajoso: con la complicidad del estado y las altas tasas de desempleo que enfrenta nuestro país a pesar de las amañadas estadísticas por parte del DANE (departamento administrativo nacional de estadísticas) que indican lo contrario. En nuestro mercado las empresas son esclavistas, ofrecen múltiples funciones con extensos horarios y con unos contratos trimestrales o tercerizados por un reducido salario, valiéndose de que si una persona no acepta hay mínimo 10 desempleos que dicen hacer eso y más por un salario Indigno; aprovechándose de la necesidad y degradando cada vez al trabajador.

El empleo como los salarios cubren un mercado muy especial de seres humanos; los cuales debe ser dignos teniendo en cuenta límites a la jornada laboral, descanso y vacaciones, despidos con justa causa y el mandato constitucional de que nunca puede ser disminuido por los empleadores. En la actualidad se habla de un salario mínimo legal vigente, con el que un ser humano pueda cubrir sus necesidades mínimas vitales y las de su familia; y de esta manera pueda tener una economía más prospera. Prosperidad es lo que menos ha tenido el sector trabajador de nuestro país.

Recordemos un poco la evolución del salario en Colombia desde el 2001, el cual entonces una persona devengaba mensualmente la triste suma de $286.000 y comparado con la actualidad que es de $616.000. Con esta clase de salarios y aumentos; podemos concluir que una persona le toma alrededor de 12 años duplicar su ingreso. El promedio de incremento anual ha sido de unos “$25.338”, Claro que debemos saber que la operación real de incremento se mide con base a la inflación; Para el año 2013 el salario fue de $589.500 y la inflación fue del 1, 94% restamos la inflación con el aumento para el 2014 que fue de 4, 5%. El aumento real fue de 2,56%. Unos $15.091. Como podemos ver se espera un año completo de trabajo para que una familia pueda comprar una comida adicional. Y eso en el mejor de los casos, porque dudo que con salarios tan bajos nos alcancemos alimentar.

Mientras el empleado Colombiano que se siente afortunado por gozar del privilegio de tener un empleo en este océano de desempleo, hace magia para hacer rendir el diminuto salario; El estado se llena la boca hablando de aperturas económicas y tratados de libre comercio (TLC). No hay la menor duda, que a quienes especialmente afecta y le resulta demasiado costoso es al sector trabajador y la clase media. Porque el único favorecido es al sector empresarial, los que tienen el lado ancho del embudo y mientras estos se enriquecen y llenan sus arcas con la complicidad del estado, los pobres trabajadores se ven más sometidos y esclavizados.

Las centrales de trabajadores de las naciones de la zona obtienen incrementos salariales por encima del 30%, en nuestro país el sector trabajador discute sobre un 7%, una cifra astronómica para los empresarios. Pero muchos dirán que la inflación en otras regiones es superior a la nuestra y tienen razón. Sin embargo, el transporte público de nuestro país es el más costoso de la región, también debemos pagar servicios públicos cada mes y no mes de por medio como en otras naciones y somos la nación de Latinoamérica que más vive en arriendo, según alguno de los hallazgos del estudio ´se busca vivienda en alquiler¨, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Queda muy complicado con esta clase de salarios e incrementos, y el índice alto de desempleo; en un país donde esta instaurada la cultura del facilismo, la del menor esfuerzo, aquella que nos dejó el narcotráfico. Resulta muy difícil competir contra la delincuencia y arrebatarle actores. Y de esta manera cree el estado que una persona que está acostumbrada a ganar altas sumas de dinero a cambio de cometer delitos, con un esfuerzo mínimo y en pocas horas; va a dejar esas “comodidades” para trabajar 48 horas o más a la semana, por un salario tan precario, en caso de que corra con la suerte de encontrar un empleo. Así no se va a erradicar la pobreza nunca.

No nos digamos mentiras, entretanto no haya salarios dignos y justos, por más inversión social que hagan nada va a cambiar. Pero pensemos un poco en donde radicara el problema de salarios tan insignificantes: será en los empresarios? que quieren muy buena mano de obra calificada a un muy bajo costo. O del gobierno? con su complicidad, apoyo y leyes, que le permite a los empleadores tales abusos. O será de nosotros los trabajadores? los que con sacrificio, esfuerzo y dedicación hacemos grandes las empresas.