Por: Edwin Palma Egea
El covid-19, como se esperaba, ha llegado a Colombia y en los pocos días que ha estado entre nosotros, el número de contagiados se ha multiplicado exponencialmente y se seguirá expandiendo a toda velocidad por el país.
Del comportamiento cívico, de la solidaridad, de la oportunidad, sensatez, capacidad y decisión del Estado y del gobierno, depende que podamos salir adelante sin muchas víctimas mortales de esta crisis sanitaria global.
El covid-19 no es un chiste, ni una gripa y debemos todos interrumpir todas las actividades no esenciales, especialmente debemos abandonar lugares públicos, atender las instrucciones de gobiernos nacionales y territoriales y no saturar nuestro frágil sistema de salud.
La vida y la salud de las personas debe estar por encima de cualquier discusión política e ideológica en este momento. Por eso celebro que el Comité Nacional de Paro haya adoptado la medida de cambiar las movilizaciones callejeras previstas para el próximo 25 de marzo por cacerolazos o protestas virtuales. Lo que sí es lamentable es que el presidente Duque, por su sesgo político e ideológico, pone en riesgo la vida de millones de personas en la frontera con Venezuela al negarse a coordinar acciones con las autoridades reales de ese país, así no sean de su agrado. Es increíble ver que mientras el presidente Trump se reúne con el líder de Corea del Norte y pacta con los talibanes y los chinos, el gobierno colombiano no sea capaz de medir las consecuencias de ser fundamentalista.